sábado, 4 de febrero de 2012

Colaboraciones

Esta semana anduve revolviendo cosas viejas, muy viejas, que tenía en una serie de discos de back-up guardadas hace bastante. Y me crucé con unas cuantas que había olvidado pero que no dejaban de ser más que interesantes. Una de las mejores, lamentablemente, no era mía. Pero me seguía pareciendo tan buena como la primera vez que la había leído. Así que me puse en contacto con el alma cercana que lo originó para pedirle permiso para incluirlo aquí en Eructos. Increíblemente, me dijo que sí, pero bajo la condición de que no publicara su nombre dado que en ese texto desnuda cosas muy suyas.

Entonces aquí les dejo la primera colaboración que recibe Eructos Mentales: Cordobés sensible.


Cordobés sensible

No puedo dejar de pensar en el cordobés sensible. Ése que se ofende cuando le dicen: “che Cordobés, contate un chiste...”. No puedo dejar de sentirme como ese cordobés, que al fin de cuentas, puede hacerte mear de la risa. Pero no quiere ahora, no está de humor para chistes supongo. Yo tampoco lo estoy. Y creeme que te puedo hacer matar de la risa, puedo ser un payaso. Puedo ser un circo entero. Vos ya lo sabés, mil veces te vi muriendo de la risa. ¿Nunca se te ocurrió que tal vez este cordobés te querría escribir un poema? O cantar una canción algo demostrativa... Vos seguro tenés la poca delicadeza de aplaudirlo, como si fuera showman. El tipo te dice mil cosas, te canta bien clarito al oído y vos te pensás que es una ofrenda. Como si quisiera impresionarte, nada más alejado, el horrendo cordobés quería cantarte las verdades que no se anima a decir, porque es sensible, es cagón el cordobés. Tal vez es muy sabio, como un buda iluminador sabe lo que va a suceder, y no puede dejar de pensarlo en la noche. No duerme, planifica, porque no sólo cuenta bien los chistes, canta lindo y con poesía-que-viene-al-caso, sino que además es ultra inteligente el cordobés. Pasa que en la noche piensa lo mejor, para poder dormirse. Todo lo malo lo piensa cuando te acompaña a tu casa y se pone a llorar, sin que te des cuenta, porque vos también vas mirando el piso. Puto y cordobés, pero que lindo cómo canta... ¡¡Y cómo cuenta chistes!! Me hace cagar de la risa. Y se comenta que en la cama no está nada mal el cordobés, él posee mucho “Knack”. Y él está sentado, tocando la guitarra, cagándose en todas esas cualidades circenses.

Él te quiere decir un poema, pero no se le permite, su lugar en el mundo es contando chistes, con un Fernet en la mano. Si se toma más libertades que esa lo echan del paraíso. Y el cordobés se la banca, porque encima tiene unos huevos de oro. Hasta que llega a su casa y las paredes lo miran fijo: “¡Llorá, culiao!”. El equipo de música está apagado, pero también le grita que llore. Y cuando entra a su cuarto y ve la cama destapada, desolada y desmujerizada, rompe en el llanto que tanto exigía.


Su dolor es más grande que la provincia de Córdoba, y crece con la gracia de sus chistes, con el humo de su Knack y con la belleza de su canto. Cuanto más disfrutás del cordobés, más se agranda su pena, pero su gran capacidad (y he aquí la principal fuente de graciosidad de los cuentachistes cordobeses) es que en ningún momento te lo hace saber. La mayoría de los humoristas te pintan su triste realidad, tiran un golpe bajo después de hacerte reír, en cambio éste se te queda mirando con media sonrisa clavada, esa que tanto te gusta, y muere pisado por un gran vaso de Fernet. El cordobés se quiere morir, se prepara otro Fernet estando solo en la casa y pone un disquito pa’que le haga compañía. No pone cuarteto ni La Mona Giménez, en cambio pone el “Darklands” de los Jesus and Mary Chain tal vez porque quiera dejar de ser Cordobés, o porque ése es el disco que sonó la primera noche que estuvo con vos. “Y se despierta de un sueño hacia un aterrador mundo de gritos, y entiende que el cielo está muy cerca del infierno”. Eso es lo que dice la canción de las tierras oscuras, escrita por unos tipos que jamás estuvieron en Córdoba.


Menos mal que te fuiste, él ya se había cansado de Córdoba. Agarró la guitarra y pidió a gritos: “Take me to the dark. O god I get down on my knees. And I feel like I could die by the river of disease...” Se quedó callado pensando si el “river of disease” tendría algo que ver con Río Cuarto. Luego entendió que no puede dejar de ser cordobés, dejar de ser gracioso. Nada que hacer para su salvación, vio el paraíso escapársele de las manos, y con la guitarra clamó: “I want to stay, I want to stay... tututututuuuuu...” (Y fin de la canción).

R.

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