domingo, 30 de diciembre de 2007

Chanchos en Segovia

Continuando con la dura vida, después de Asturias y de comer como un cerdo, caí en la cuenta de que no había ido a probar el ídem del que tanto me habían hablado que sirven en Segovia. Entonces aproveché ese domingo que venía con pinta de medio al pedo para hacer el mini viaje.

Llegué poco después del mediodía, y aunque había comido gominolas (en argentino, léase 'gomitas') durante todo el viaje, tenía hambre, pero hambre 'de comer chanchito'. Fuimos a un lugar que queda bastante cerca del acueducto y tenía un menú como para no quedarte con hambre. Primeramente, unos entremeses deliciosos (morcillita, salamitos, etc.). Luego un cocido potente-
potente, con unas habas gigantescas y pedacitos de chorizo. Como principal, el famoso cochinillo, del que me tocaron las costillas, y estaba tan tiernito que se podía cortar sólo de mirarlo. Encima después hubo postre! Sinceramente, no me acuerdo qué fue lo que tomé de postre, pero no debe haber estado nada mal.

Una vez comidos, fuimos hasta el Acueducto. Esta construcción (que, vamos a decirlo por orgullo profesional, es la obra de ingeniería civil romana más importante de toda España) tiene más de 1900 años, lo que provoca que verlo y tocarlo se transforme en algo impresionante, una conexión con un pasado lejanísimo.


También visitamos el Alcázar de Segovia, un castillo muy bonito con muchas
salas exponiendo elementos medievales y la evolución del Colegio de Artillería. Como siempre, les dejo fotitos para que vean.

Yo y el Acueducto


Mini laboratorio en el museo del Alcázar de Segovia


Atardecer en el Alcázar

martes, 25 de diciembre de 2007

Casi un mes después...

Hola, estimados. Anduve viajando un poco, antes y después de terminar la primera parte del master. Comenzando por el principio, estuve en Asturias. Qué lugar más bonito.

Allí encontré, como curiosidad, la parrilla Buenos Aires, y un boliche que vendía no sólo alfajores Havanna sino dulce de leche ídem, Havannets, bocaditos Cabsha, Tita, Rhodesia, Marroc, bizcochitos Don Satur, y varios tipos de yerba (aunque esto no es tan novedoso). Despunté el vicio con alfajores y unos Havannets... qué gloria...


Volviendo a Asturias en sí, fue un puente paisajístico y gastronómico, qué más se puede pedir. Bueno, sí, más cosas, pero no es el momento ni el lugar para detallarlas.

Estuve visitando construcciones pre románicas (esto es, en buen romance, del
año en que los pedos se tiraban con honda), pueblitos costeros totalmente cautivadores, lagos que me hicieron recordar la Patagonia, montañas imponentes, y un mar permanentemente encrespado, con esa energía contagiosa.

En cuanto a lo gastronómico, comí de todo, y todo de lo más sabroso. No pienso detallarlo porque se acerca la hora de comer y me va a entrar un hambre atroz... Punto (sobre)saliente: una mariscada en Cudillero, vamos, no lo puedo suavizar, ¡estaba de puta madre!

Les dejo algunas fotingas.


La parrilla Buenos Aires

Un gatito mimoso en Cudillero


Agua frrrría en el lago...


Camino sinuoso


El esquimal soy yo. Con Diego, en los lagos.